Sólo una vez perecemos, Sólo una vez aquí en la tierra.
Netzahualcóyotl, Canto de la huida

Si bien es cierto que para los mexicanos la festividad del Día de Muertos es hablar de misticismo, de simbología, de raíces prehispánicas, de altares, de ofrendas, de historia; en fin, de toda una tradición que nos caracteriza ante los ojos del mundo.

En México año con año, a partir del 28 de octubre al 2 de noviembre, recordamos a nuestros seres queridos a través de colores, sabores y aromas de nuestras ofrendas o altares que invitan a nuestros difuntos a visitarnos para celebrar juntos lo que fueron y siguen siendo en nuestras vidas. Estos altares u ofrendas contienen objetos característicos, los cuales ayudan a los difuntos a llegar a sus antiguos hogares sin ningún inconveniente:

  •  La flor de cempaxúchitl guía a las almas para indicarles el rumbo, es por ello que muchas veces sus pétalos se usan como camino.
  • El retrato de la persona recordada, dicha imagen se coloca de espaldas y frente a ella un espejo para que el difunto solo pueda ver el reflejo de sus deudos y estos vean a su vez únicamente al difunto.
  • Los cuatro cirios en cruz representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el difunto pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa
  • El papel picado es una artesanía mexicana que se elabora con papel de China recortado con figuras de esqueletos y calaveritas, este es considerado como una representación del viento.
  • Copal e incienso es un elemento prehispánico que limpia y purifica las energías de un lugar, santificando el ambiente.
  • El agua se representa con un vaso lleno que sirve para que el espíritu mitigue su sed después del viaje desde el mundo de los muertos.
  • La sal para que el espíritu no se corrompa en su viaje
  • La comida tradicional o la que era del agrado de los fallecidos se coloca para que el alma lo disfrute.
  • Bebidas alcohólicas que fueron del gusto del difunto, generalmente son “caballitos” de tequila, pulque, cerveza y/o mezcal.

Pero, ¿cuál es el origen de esta particular tradición? Como bien había mencionado en un principio, su raíz es prehispánica y está basada en la mitología azteca, donde Mictecacíhuatl es la reina del Mictlán, la región de los muertos. Ella junto a su esposo Mictlantecuhtli, el dios del inframundo, les da la bienvenida a todos aquellos que mueren por causas naturales. Pero antes de llegar a ella, los difuntos, ya sean nobles o plebeyos o ricos, deben atravesar un largo y doloroso viaje por el Camino de los Muertos. Una vez que terminen su trayectoria de 4 años, se encontraran con los reyes del Mictlán, quienes le permitirán disfrutar del descanso eterno.

 

Pero el Mictlán, no era el único destino de los fallecidos. También existía el Tonatiuhichan, a donde llegaban quienes morían en guerra o en labor de parto, el Tlalocán, a donde iban los que fallecían por causa de agua, rayos, o enfermedades; por último el Tonacacuauhtitlan lugar al que iban los niños que no habían probado el maíz, símbolo de la tierra y por lo tanto no habían tenido contacto con la muerte; allí, eran alimentados por el árbol que da sustento y donde permanecían hasta que recibían la oportunidad de una segunda vida, la posibilidad de reencarnar.

No fue hasta la llegada de los conquistadores, donde la unión de las creencias indígenas con el catolicismo español forjó un carácter religioso único, colorido y que conservó en cierta forma viejas tradiciones ancestrales, que dio origen a lo que hoy conocemos como la celebración de Día de Muertos, la cual es considerada desde el año 2003 «Obra maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad» por la UNESCO.

No hay como vivir la experiencia de esta tradición en las diferentes regiones de México, somos de las pocas culturas en el mundo en la que existe una estrecha relación entre la vida y la muerte, nosotros abrazamos a la muerte, celebrando la vida de los que ya se fueron, esto con el fin de recordarlos para que nunca sean olvidados. 

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